martes, 13 de marzo de 2007

La Tigresa del Oriente

Comprendo que se quiera difundir la música amazónica del Perú... pero no con esto. Realmente es lo más decadente que he visto en mucho tiempo.



Me iré a dormir... espero no tener pesadillas luego de haber visto semejante barbaridad.

domingo, 11 de marzo de 2007

Inicio de clases y del otoño

Hace casi una semana que ya comencé clases. Se siente bien salir de la rutina de trabajo y volver a ver a toda la gente de nuevo aqui en SCL y ponerse al día de lo que hicieron cada uno. Lo curioso es que varios de mis compañeros tampoco son chilenos y dejaron sus departamentos cerrados durante sus vacaciones. Lo que encontraron algunos fue, por decirlo de alguna manera, sorprendente. Uno de ellos encontró en su balcón un nido de palomas, con crías incluidas... al final tuvieron que criarla (sus padres habían desaparecido) hasta que partió.

Fuera de esas cosas y ver que algunos ya están haciendo solo su tesis y tiene muchísimo tiempo libre (que envidia), este semestre quiero matar la mayor cantidad de cursos para poder tener menos carga mi último semestre. Así que es altamente probable que mis actualizaciones aquí no sean tan frecuentes...

Pese a que oficialmente aun no comienza el otoño, se están comenzando a ver los primeros signos (además del cambio de hora, obviamente). Hoy, camino al centro comercial y más tarde saliendo del cine vi varias hojas en el suelo... pronto las veredas se llenarán de hojas con tonalidades naranjas y marrones para luego dejar los árboles completamente pelados. Vendrá el invierno y con ello mi primer año por estas tierras. Sé que aun falta mucho para eso... (4 meses), pero si el tiempo pasa tan rápido como hasta ahora, me despertaré a las 7:00 aun a oscuras y con 4ºC un 18 de Julio del 2007, exactamente 12 meses después de cuando comenzó todo esto.

Para terminar, les dejo un video que me gusta mucho por varias razones: (1) la letra (2) la melodía lenta y relajada, (3) el gorrito de oveja que usa uno de los personajes y (4) los bailes dentro del metro (no Javier, ahora ya no se puede hacer esto en el metro de Santiago). La canción se llama Crush with Eyeliner (1995) y trata sobre inventar una imagen para poder ser aceptado por el resto. Cabe señalar que el hecho que aparezcan muchos chinos no pretende ser un tributo a mi antiguo jefe... aunque la canción podría cuadrar con varias personas que aun pululan a su alrededor. La verdad siempre pensé q ellos cantaban esa canción hasta que vi que era una REM. Un par de frases que rescato de la canción es "we all invent ourselves" (todos nos inventamos a nosotros mismos) y esta otra:

What position should I wear? / Qué posición debo tomar?
Cop an attitude? (Fake her) / Adoptar una actitud? (engañarla)
How can I convince her? (Fake her) / Como puedo convencerla? (engañarla)
That I'm invented too, yeah / Que yo también soy inventado

... medítenlo.

domingo, 4 de marzo de 2007

DIA 4: En la Trampa de Turistas

Una vez sacudido del espíritu consumista que me poseyó el día anterior, decidí regresar a mis origenes. No más cordero patagónico ni compras. Separé el city tour para la tarde y durante la mañana me di varias vueltas alrededor de la ciudad por los lugares que el tour no cubriría. Salí del hotel hacia la Plaza de Mayo y una vez dentro de la catedral me encontré con una familia peruana… me di cuenta de que eran peruanos por tres cosas: (1) por su forma de hablar… el “oe” y el “pe” eran omnipresentes (2) porque en la tumba de San Martín (si, dicen que San Martín está enterrado ahí) se paraban tomando fotos con cualquier cosa que dijera Perú, Lima o alguna otra temática alusiva a los símbolos patrios y (3) el jean de la hija era marca Piers.

Luego de haberme encontrado nuevamente con mis compatriotas, huí despavorido hacia Puerto Madero. La otra vez (la del cordero) no había llevado cámara, así que tomé las fotos y los videos respectivos. Me sorprendió mucho que la gente usa ese canal para practicar deportes acuáticos: habían varios kayaks, botes a remo y canoas como las que usaban los indios. Luego de sentarme a contemplar el panorama, volví a Plaza de Mayo con la intención de tomar el metro, almorzar y volver al hotel a que el tour me recogiera. La estación de dicha plaza es parte de la línea A del metro, la primera que se construyó. Por ello, tanto las estaciones como los vagones reflejan dicha época. Con decir que las puertas se tienen que abrir manualmente y en lugar del ruido que hace el tren cuando va a partir alguien tiene que tocar un silbato. Una vez que me subí al vagón pensé en los antiguos con sus sombreros de copa y bigotes tipo Don Vittorio y las damas con vestidos de la época victoriana y cómo todo ello les representaba parte del progreso infinito que discutíamos ayer. A diferencia de otros metros, los túneles de éste son bastante iluminados y más amplios.

Estaba tan entusiasmado alucinándome en inicios del siglo XX que me pasé de estación… y aquí a diferencia del metro de Santiago, no puedes cambiarte de anden tan fácilmente. Tienes que salir de la estación, pagar de nuevo y volver a tomar el tren en sentido opuesto. Lo otro es cruzar la vía… he visto gente que lo hace… como la electricidad pasa en unos cables por el techo de los túneles y no en los rieles, es seguro cruzar. Sin embargo, dado que no quería morir aplastado por el siguiente tren y que, según mis cálculos, no debía estar lejos de la estación en la que debía bajarme, regresé caminando al hotel, disfrutando del clima agradable que hacía en aquél momento.

Por la tarde de mi penúltimo día (bueno, último para fines prácticos), salí en tour por la ciudad. Cosa rara puesto que todo turista que recién llega hace primero este periplo y luego se va a hacer otras cosas. El precio me pareció accesible (30 soles) y como no quiero estar perdiéndome por ahí y pagar un taxi me sale más caro, preferí hacerlo. Generalmente estoy en contra de los tours, pero cuando veo que va a ser difícil movilizarme por la ciudad por mi cuenta, no me queda otra. De hecho, las únicas veces que he hecho tour fuera del Perú son en Argentina (sé que está fuera de contexto, pero hablando de tours, creo que no hay uno más estúpido que visitar las casas de las estrellas en Los Angeles... tenía que decirlo. Ni siquiera entras a la casa y menos ves a la “estrella”).

Como en todos los tours, siempre hay personajes pintorescos. Fuera de los habituales gringos, que son un caso aparte, habían dos parejas de chilenos, una señora uruguaya que viajaba sola y una mexicana ya mayor que había viajado con su hijo y un amigo de éste. Además había dos asiáticos con pinta de mafiosos (¿japoneses, coreanos, chinos, vietnamitas?... si alguien me enseña a distinguirlos le estaré eternamente agradecido)… en fin. La uruguaya y la mexicana se sentaron enfrente mío… y cada cual comentaba acerca de sus viajes a distintas partes del mundo. Creo que al final terminaron muy amigas porque se enseñaron las fotos se sus nietas que habían ido a competencias en Cancún y Punta del Este, respectivamente. Pero el premio a la mayor cantidad de condoros se lo daré a la señora mexicana. Está bien intentar caerle bien a alguien, pero de ahí a lanzar tal cantidad de incoherencias como la comparación del tulipán holandés con el mexicano (¿hay tulipanes mexicanos?) me parece demasiado.

Mientras trataba de abstraerme de la conversación de tan agradable compañía, el tour paró en varios sitios de interés turístico: La Plaza de Mayo, que para esa hora ya me la conocía de memoria, el estadio de Boca… con estatua a Maradona incluida (supongo que antes de que se metiera en drogas y eso), y la famosa calle Caminito, todo un símbolo al mercantilismo. Fuera de lo colorido de sus casas y la historia que hay detrás de todo el barrio, que me parece sumamente interesante, es lo que los gringos llaman un “tourist trap”… o trampa para turistas. Gente intentándote vender todo tipo de mercadería desde el tango hasta Mafalda, pasando por el Che Guevara. También existia la opción de tomarme una foto con una bailarina de tango, todo por una módica suma. Realmente salí decepcionado de la tan famosa calle. Debería haber otro tipo de tours orientados a gente que desea conocer más la historia de los barrios y no sólo a gente ávida de comprar tiestos para demostrarles a otros que fueron al lugar X. Para los interesados, la Boca es un barrio de migrantes de orígenes humildes cuya actividad giró alrededor del puerto de Buenos Aires, y hasta ahora sigue siendo el barrio más pobre de la Capital Federal. Lamentablemente eso no le importa al 99% de turistas. Finalmente, en símbolo de repudio no me tomé la foto en la mentada calle (a diferencia de todos mis conocidos que han caído a dicha trampa).

Ante mi solicitud, el tour me dejó botado en el barrio de la Recoleta (sí, donde estaban las tiendas fashion). Yo todo inocente quería entrar al cementerio a ver la tumba de Eva Perón, pero ya había cerrado hacía media hora. Sin embargo, mi visita no fue en vano… pude disfrutar de un buen espectáculo de tango al aire libre (aunque hace poco leí que es un show para turistas... no importa, igual me pareció bueno).


Con eso creo que había cumplido con mis objetivos: vino, parrilla (con cordero patagónico incluido), fútbol, tango… y la calle Caminito… que asco. Me dispuse alegremente a regresar a mi hotel, que quedaba como a unas 20 cuadras. Para ese entonces, el sol había cedido paso a un amenazante cielo nublado. Una media hora la pareja de chilenos le preguntó a la guía si eso significaba que iba a llover, pero ella dijo “no, que va a ser”. Como en la cuadra Nº 5, comenzaron a caer algunas gotitas… que se volvieron gotones en la cuadra Nº 10. Con un miedo intenso (casi terror diría yo) a que se repitiera mi experiencia del jueves, apuré el paso para llegar al hotel. En una de mis alucinaciones durante el trayecto se me metió a la cabeza la canción “Movete” (movete chiquita chiquita movete…) seguramente por lo de Argentina y todo eso. Estaba tan concentrado en llegar al hotel que casi mando al diablo a las personas que suelen pasarme papelitos triple X. Finalmente la hice, pero empapado y jurando llevar mi paraguas hasta para ir al baño.

Lamentablemente la lluvia me dejó con las ganas de hacer un video paseando por la calle Santa Fe… (Como en la canción del Chabón… “paseamos juntos por Santa Fe…”). Ni modo, será para la próxima.

DIA 3: Giorgio Armani y el Cordero Patagónico

El tercer día comenzó un poco tarde. Tuve que arreglar unas cosas en el hotel debido a la reserva fallida por Internet y de ahí me quedé a mandar unos correos y avanzar algunas cosas del trabajo. Hoy fui decidido a sacar al consumista que vive en mí, de paso que iba al vecindario con mayor presencia judía de la ciudad. Si mal no recuerdo, Buenos Aires es la ciudad sudamericana donde hay más judíos. De hecho, sólo en Nueva York había visto a esos judíos ortodoxos que usan sombrerito y barba. Obviamente, una población tan grande genera sus propias necesidades, por lo que no es raro encontrar restaurantes que cumplen con sus preceptos religiosos (¿recuerdan? El Antiguo Testamento contiene esas normas)… esto se aplica más para el caso de los judíos ortodoxos, que son los que siguen estas normas alimenticias (kosher) al pie de la letra… pero de aquí a encontrar un McDonald’s Kosher!!!!... bueno, en el Centro Comercial (Shopping) Abasto había uno de ellos. Aquí está la prueba para que me crean (no mamá, no comí aquí… yo no sigo el kosher.. jajajaja):

Haciendo un paréntesis, vi en Internet que McDonald’s se adapta al mercado donde proviene... incluso en la India donde está prohibido comer vacas hacen hamburguesas de otras cosas (¿acaso será roedor?). Así que la existencia de restaurantes como esos no es tan rara después de todo.

Al final, luego de deliberar sobre si comprar algo o no, me decidí por un par de cosas. Para cuando regresé de comprarlas, ya era hora de almuerzo. En mi anterior estadía en Buenos Aires (de poco menos de 3 horas), el taxista que me llevó entre los 2 aeropuertos me recomendó un restaurante llamado “Siga la Vaca”, que es un buffet de parrilla argentina. El dichoso restaurant también es franquicia, y de hecho me pareció raro verlo en el DF… pero bueno, el caso es que el sitio ese queda en Puerto Madero… lugar “por donde penetrará la Europa Civilizada llenando a estas tierras de hijos, generando progreso infinito y cultura” (o algo parecido). Por lo menos eso decía en una de esas cosas que están para que lean los turistas… citando una frase del siglo XIX. Me puse elegante (no, con corbata no… un polo con cuello bastaba), tomé el subte, y luego de perderme en la estación Independencia, salí a unas 10 cuadras del restaurant y llegué caminando. Una vez ahí, tuve que esquivar a miles de gringos, ingleses y brasileños para poder conseguir un sitio. Por 31 pesos ($10) puedes comer todo lo que desees. Tienen una selección de carnes de res, pollo, cerdo y cordero, además de un salad bar y papas fritas para quien desee. Te dan a elegir entre agua, gaseosa, cerveza y vino... y al final un postre entre su variada selección. Como hoy me sentía consumista y estaba en Argentina, pedí un vino.

La mayor parte de la selección de carnes la había probado antes en mis aventuras gastronómicas en Lima… excepto dos: el matambre y el cordero patagónico. El primero no me gustó nada, la carne venía pegada a un trozo de grasa y encima parecía chicle. La dejé. En cuanto al pobre cordero, luego de una larga travesía desde Europa hasta la Patagonia (el cordero no es originario de América, para los que no saben) y su reproducción por cientos de años en la región, ha tenido que sobrevivir lo duro del clima, los ataques de los Selk’nam (que al final terminaron extintos en vez del cordero)… para al final terminar asesinado y servido en un buffet lleno de turistas. Supuestamente, la forma de preparación del animal muerto le da un gusto especial… además que el nombre “Cordero Patagónico” es de por sí interesante. Decirle a tu familia y amistades “comí Cordero Patagónico” suena mucho mejor y más postmoderno, globalizado, etc… que decir “comí cordero”. Lo mismo con el té, pero de eso hablaré otro día (para un adelanto, no es lo mismo tomar un té cultivado orgánicamente en los fértiles campos de Sri Lanka o las llanuras de Myanmar que tomar té Huyro… que poco sofisticado).

Luego de la digresión sobre una engendro lanudo que seguramente no leerá esto, al final vencí mis remordimientos y me lo comí… además de toda la carne de res que no había comido desde que salí de Perú la primera vez (recuerden que vivo con una señora naturista que solo come carne una vez por semana). Las carnes, muy buenas, al igual que las ensaladas… de hecho me recordó al Golden Corral por su variada selección. Saliendo del restaurante, regresé caminando al hotel (que según Google Earth queda a 2.5 km) caminando por Puerto Madero. Anteriormente dije que es un lugar “por donde penetrará la Europa Civilizada llenando a estas tierras de hijos, generando progreso infinito y cultura”. Bueno, en realidad no es un puerto sino un canal donde hay edificios a ambos lados. En una orilla están las antiguas edificaciones de ladrillo donde se guardaban los cereales a exportar (que ahora contienen restaurantes y departamentos), mientras que en la parte del frente hay edificios bastante modernos que contrastan con todo lo antiguo que se encuentra al otro lado. De hecho, los edificios nuevos están construyéndose ahí… como intentando devolver a la capital el impulso en términos de innovación que alguna vez tuvo. Realmente el contraste es increíble. En un lado están los edificios de 3M, el Hyatt y unos complejos de oficinas, mientras que al otro lado se puede ver el edificio de la Aduana, la secretaría de telecomunicaciones y la bolsa de valores… todos con un estilo arquitectónico de inicios del siglo XX que pocas ciudades se pueden jactar de tener… dicen que el porteño es creído, y creo que algo de razón tienen en creerse por el solo hecho de vivir ahí.

Al terminar el día, fui a la calle Alvear, siguiendo con la onda consumista que me caracterizó ese día. Ahí están las tiendas más fashion del planeta: Armani, Ermenegildo Zegna, Ralph Lauren (ojo, no Polo Ralph Lauren), Louis Vuitton, etc. (no, Pierre Cardin nunca fue fashion… Topy Top tampoco). Una vez en la tienda Armani, decidí que valía la pena dormir en la entrada de una estación de metro durante un par de meses si me compraba una casaca. Sin embargo, haciendo cuentas descubrí que tendría que dormir en una vivienda precaria por lo menos 6 meses… caballero nomás salí con mi cara de “vuelvo más tarde pero en realidad no regresaré nunca”… aunque si ahorro un dólar diario quizá pueda comprármelo al cabo de 2 años.

En un post anterior comenté que mi cara hacía ver a los locales que no era porteño. A lo largo de la calle Florida y Corrientes, unos caballeros y algunas señoritas bastante agraciadas dan volantes como estos a jóvenes y adultos inocentes e indefensos como yo:

Esto ocurre también en otras capitales (como Montevideo y Lima)… ¿¿¿pero tanto??? Hasta el día de hoy me han dado N papelitos, y seguramente seguirán dándomelos mañana. Como dije, Argentina es famosa por sus carnes... y en este caso no me refiero a la de res ni al tan mentado cordero patagónico.

viernes, 2 de marzo de 2007

Dia 2 en Buenos Aires: Lluvia y Más Lluvia

Me desperté temprano decidido a salir a conocer la ciudad. Luego de asearme y tomar desayuno, salí a pasear. Una vez en la calle Corrientes me di cuenta que misteriosamente todos estaban llevando paraguas… uhm… y yo no tenía uno. Había visto en accuweather.com que era probable que hoy fuera a llover. De hecho, vi el cielo nublado pero no le presté importancia. Igual todo ingenuo salí a ver q onda. Luego de ver el Obelisco (supongo que se ve mejor en un día soleado), bajé por Saenz Peña hacia la plaza de Mayo y la Casa Rosada. La calle está llena de edificios antiguos y mucho comercio… espectacular. Realmente parecen edificios europeos. Lamentablemente la Casa Rosada está siendo reparada… asi que la foto no saldrá tan bien. Mientras seguía paseando, comenzaron a caer algunas gotas… maldita sea, asi que me vi obligado a comprarme el paraguas. Dada mi experiencia en Santiago con la escasa practicidad de los paraguas grandes, compré uno de esos que se hacen chiquitos. Con un poco de lluvia y el cielo comenzando a oscurecer (eran las 10:30 am), regresé por la plaza de Mayo hasta la calle Florida, que es algo así como el Jirón de la Unión o el Paseo Ahumada, donde hay muchas tiendas.

En mi búsqueda de cosas para comprar (Lacoste), entré a una tienda. Cuando salí, nada me había preparado para lo que vi: parecían las 9 de la noche (en realidad eran las 11 am) y caía una lluvia torrencial, con truenos y relámpagos… y para colmo con un calor terrible (misma selva). La gente estaba dentro de las tiendas esperando a que dejara de llover, y unos pocos se aventuraban a salir de la tienda para quedar empapados a los cinco segundos. Dado que no pensaba quedarme a vivir en la tienda, decidí salir… para terminar empapado (pese al paraguas) y entrar al banco que estaba enfrente. Cambié un poco de dinero y nuevamente me aventuré a la calle, esta vez con un poco más de suerte… igual tuve que entrar a otra galería y esta vez decidido a encontrar la estación más cercana de metro para regresar al hotel. Para ello tuve que regresar a Plaza de Mayo y encontré la estación atestada de gente, unos esperando que pase la lluvia y otros más con la misma idea que yo. Todo ok, estaba en el andén del tren y resulta que aquí el metro deja de funcionar cuando cae lluvia… encima hasta el agua se mete a los vagones… terrible. Lo único bueno de estar varado casi una hora esperando a que deje de llover es que conocí la estación Perú del subte. Esta estación fue construida en 1910-11 como parte del primer metro de Sudamérica (creo que hasta del hemisferio Sur) y aun guarda la arquitectura de la época… muy interesante. Incluso hay hasta algunos avisos publicitarios de ese entonces. Pensé en lo mucho que hemos evolucionado en menos de 100 años en casi todos los aspectos (publicidad, transporte, arquitectura… aunque en muchos otros seguimos igual o peor). A esto, la arquitectura de las estaciones es bastante interesante y se parecen mucho a las de Nueva York. Al final llegué al hotel, aun con lluvia, con la polera sucia y las medias mojadas, para esperar a que escampe y volver a salir (esta vez con cámara… ya habían cargado las pilas).

Luego de estar un rato en el hotel pensando en la perpetuación de las amebas en el agua potable, salí a almorzar. Veamos… Argentina, aparte de exportar modelos, cumbia villera y grupos de cantantes pelucones, es famosa por sus carnes (si, la de res también). También es conocida por su influencia italiana, reflejada en el hecho que casi en cada esquina hay un lugar para comer pastas. Para elegir, hay. En ese entonces, seguía lloviendo, aunque ya no tanto como durante la mañana… mi mala experiencia horas antes al haber arruinado mi polo que supuestamente me duraría todo el día me hizo ponerme una capa protectora más, cosa que además me ayudaría a ocultar la cámara (para esto mi polo y mis medias de la mañana estaban secando junto a un ventilador en el hotel… yuck). Cuando salí de almorzar, la lluvia había parado, asi que pude seguir caminando por Florida… hay “n” tiendas… con razón dicen que es uno de los mejores sitios para comprar fuera de las capitales europeas y Nueva York. De hecho, esa actividad comercial me recordó mucho a esta última ciudad (sí, si… también estuve ahí el 2004)… y no es cualquier tipo de ropa. Marcas como el caballo y el lagarto están casi omnipresentes. Pero por lo general no son argentinos los que compran, sino los turistas. Noté varios brasileños, e incluso por ahí algún sudafricano (no, no era negro… me di cuenta porque hablaba afrikáans… y cómo sé que era afrikáans… sapo eres, ¿no?). Preguntando en una tienda reconocieron casi instantáneamente que no era argentino (será porque no pregunté por una chomba, sino por una polera? O será porque dije “billetera” en lugar de “bishetera”… o finalmente por el cacharro… no sé)… el caso es que tampoco atinaron con mi nacionalidad: dijeron que era mexicano. Les seguí la corriente y con mi mejor acento de chilango les dije q era del DF… mwahahahaha. La próxima vez les diré que soy chileno… no, a lo mejor me escupen. ¿Y si les digo que soy peruano?... no, creo que eso es más riesgoso que lo anterior (¿peruano? ¿Y porqué tienes los dientes completos? ¿Te gusta la pollada?... que asco… de veras, gracias Laura Bozzo). La verdad no es la primera vez que me ocurre eso: mi cara hace surgir cierta ambigüedad sobre mi procedencia (no caigo dentro del estereotipo del peruano ni tampoco soy lo suficientemente blanco como para pasar piola)… cosa que me parece interesante.

En el hotel descubrí que hoy juegan Boca Juniors y Cienciano… lo exótico (¿o posero?) que es ver jugar a un equipo peruano fuera del país me pareció interesante así que me apunté para ir. Al final Cienciano perdió por 1-0… aunque realmente eso fue lo de menos. La barra de Boca es un espectáculo aparte. Pronto vendrán los videos… me olvidé de traer el cable de la cámara :S… Ese fue el fin del día 2. Veremos que ocurre en el día 3.

DIA 1: DE EZEIZA AL HOTEL… Y DE AHÍ A OTRO HOTEL

Siempre que había salido de Santiago en avión había recurrido a los servicios de un transfer (una minivan que te recoge en la puerta de la casa y te deja en el aeropuerto), que cuesta como 4000 pesos (23.7 soles). Básicamente había optado por esa alternativa debido a las horas bizarras a las que salían mis vuelos. En esta ocasión, dado que el vuelo salía a las 6:20 de la tarde y llevaba poco equipaje dije: “ahora tomaré la opción más económica”, que consistía en tomar el metro hasta la terminal de buses (380 pesos – 2.25 soles) y de ahí un bus que lleva a la gente por 1400 pesos (8.30 soles). Ergo, podía ir casi igual de cómodo gastando menos de la mitad. Hasta ahí todo bien. Llegamos al aeropuerto sin ninguna novedad y pasé a chequear mi equipaje. En los sitios donde te sellan el pasaporte me encontré con la agente migratoria más amable que he visto en mi vida (no sé pero de pronto se mostró interesada en mis actividades en Chile… o a lo mejor quería hacerme caer en contradicciones para arrestarme)… como sea.

El viaje lo hice en Gol. Buenos Aires era solo una escala puesto que el vuelo iba hacia Florianópolis. Debo decir que los aviones estaban un poco sucios (con polvo y restos de la comida del vuelo anterior), y que tanto la revista de vuelo como las instrucciones las daban en portugués. Luego venían en inglés y luego en un español bastante malo. El refrigerio consistió en un vaso de bebida (yo todo exótico pedí guaraná), un sándwich de jamón con tomate y un pancito raro con algo dulce dentro (creo que era mermelada). Llegamos a Ezeiza (el aeropuerto de Buenos Aires para los que no saben) a las 8 pm y nuevamente seguí con mi estrategia de ahorro. Había averiguado en Internet que, aparte de los taxis, existe una opción de ir en buses de una empresa llamada Manuel Tienda León. De ahí ellos te llevan al hotel. En el counter pedí el servicio, pero oh sorpresa, como mi hotel estaba en Palermo no llegaban hasta ahí. En todo caso tenía mi plan de contingencia (tomar el metro – o subte como lo llaman aquí) desde una estación donde sería dejado por el bus de Tienda León.

En el camino tuve mi primera impresión de Buenos Aires. Ya había estado anteriormente aquí en agosto del 2005, pero sólo en tránsito entre los dos aeropuertos en mi viaje a Montevideo. Pese a que era de noche me llamó la atención la cantidad de edificios de departamentos que existen. A diferencia de Santiago, donde la mayoría de edificios son nuevos, éstos eran viejos… yo diría que fueron hechos entre las décadas del 40 y 70. Existen signos de que ésta fue alguna vez una ciudad más cosmopolita y avanzada de lo que actualmente es (aunque igual sigue estando a años luz de Lima). Digo esto porque los edificios que vi se encontraban faltos de mantenimiento, no sé… con un aire a viejo que es difícil de describir. Luego de hacer el transbordo y subir al metro, llegué a Plaza Italia (la estación donde debía bajar). Caminé tres cuadras hasta donde estaba el hotel para enterarme que habían tenido problemas con la reserva por Internet, pero que me habían hecho una reserva en otro hotel de la misma cadena… serían como las 10:30 pm para ese entonces. Me pagaron el taxi hasta el otro hotel, que resultó estar situado en la calle Corrientes (si, la calle donde se reúnen los peruanos a vender chucherías) y a dos cuadras del Obelisco. En realidad eso era lo que quería desde un inicio, y en mi búsqueda inicial por Internet no habían habitaciones… al final salí ganando pues el hotel estaba en un sitio más céntrico y costaba menos… en el viaje en taxi, confirmé mi impresión inicial. Pese a todos los problemas por los que ha pasado, Buenos Aires sigue siendo Buenos Aires: los que dicen que tiene un aire europeo no se equivocan. Eran como las 11 de la noche y todo seguía abierto, incluso las librerías!!!, mientras que a esa hora en Santiago todo está muerto (más aun un miércoles). Ahora entiendo en algo la rivalidad que tienen argentinos y chilenos: alguna vez leí que mientras Argentina era como una familia tradicional que siempre ha tenido plata, Chile es como el nuevo rico, que con el tiempo llegará a ser tradicional (esperemos que pronto).

De más está decir que el viajecito que me había metido entre que llegué a Ezeiza, al Hotel 1 y de ahí al Hotel 2 había durado más que el vuelo en avión (1 hora 40 minutos vs. 2 horas 20 minutos). Como sea, estaba rendido y lo único que hice fue atinar a dormirme.