Luego de haberme encontrado nuevamente con mis compatriotas, huí despavorido hacia Puerto Madero. La otra vez (la del cordero) no había llevado cámara, así que tomé las fotos y los videos respectivos. Me sorprendió mucho que la gente usa ese canal para practicar deportes acuáticos: habían varios kayaks, botes a remo y canoas como las que usaban los indios. Luego de sentarme a contemplar el panorama, volví a Plaza de Mayo con la intención de tomar el metro, almorzar y volver al hotel a que el tour me recogiera. La estación de dicha plaza es parte de la línea A del metro, la primera que se construyó. Por ello, tanto las estaciones como los vagones reflejan dicha época. Con decir que las puertas se tienen que abrir manualmente y en lugar del ruido que hace el tren cuando va a partir alguien tiene que tocar un silbato. Una vez que me subí al vagón pensé en los antiguos con sus sombreros de copa y bigotes tipo Don Vittorio y las damas con vestidos de la época victoriana y cómo todo ello les representaba parte del progreso infinito que discutíamos ayer. A diferencia de otros metros, los túneles de éste son bastante iluminados y más amplios.
Por la tarde de mi penúltimo día (bueno, último para fines prácticos), salí en tour por la ciudad. Cosa rara puesto que todo turista que recién llega hace primero este periplo y luego se va a hacer otras cosas. El precio me pareció accesible (30 soles) y como no quiero estar perdiéndome por ahí y pagar un taxi me sale más caro, preferí hacerlo. Generalmente estoy en contra de los tours, pero cuando veo que va a ser difícil movilizarme por la ciudad por mi cuenta, no me queda otra. De hecho, las únicas veces que he hecho tour fuera del Perú son en Argentina (sé que está fuera de contexto, pero hablando de tours, creo que no hay uno más estúpido que visitar las casas de las estrellas en Los Angeles... tenía que decirlo. Ni siquiera entras a la casa y menos ves a la “estrella”).
Mientras trataba de abstraerme de la conversación de tan agradable compañía, el tour paró en varios sitios de interés turístico: La Plaza de Mayo, que para esa hora ya me la conocía de memoria, el estadio de Boca… con estatua a Maradona incluida (supongo que antes de que se metiera en drogas y eso), y la famosa calle Caminito, todo un símbolo al mercantilismo. Fuera de lo colorido de sus casas y la historia que hay detrás de todo el barrio, que me parece sumamente interesante, es lo que los gringos llaman un “tourist trap”… o trampa para turistas. Gente intentándote vender todo tipo de mercadería desde el tango hasta Mafalda, pasando por el Che Guevara. También existia la opción de tomarme una foto con una bailarina de tango, todo por una módica suma. Realmente salí decepcionado de la tan famosa calle. Debería haber otro tipo de tours orientados a gente que desea conocer más la historia de los barrios y no sólo a gente ávida de comprar tiestos para demostrarles a otros que fueron al lugar X. Para los interesados, la Boca es un barrio de migrantes de orígenes humildes cuya actividad giró alrededor del puerto de Buenos Aires, y hasta ahora sigue siendo el barrio más pobre de la Capital Federal. Lamentablemente eso no le importa al 99% de turistas. Finalmente, en símbolo de repudio no me tomé la foto en la mentada calle (a diferencia de todos mis conocidos que han caído a dicha trampa).
Ante mi solicitud, el tour me dejó botado en el barrio de la Recoleta (sí, donde estaban las tiendas fashion). Yo todo inocente quería entrar al cementerio a ver la tumba de Eva Perón, pero ya había cerrado hacía media hora. Sin embargo, mi visita no fue en vano… pude disfrutar de un buen espectáculo de tango al aire libre (aunque hace poco leí que es un show para turistas... no importa, igual me pareció bueno).
Con eso creo que había cumplido con mis objetivos: vino, parrilla (con cordero patagónico incluido), fútbol, tango… y la calle Caminito… que asco. Me dispuse alegremente a regresar a mi hotel, que quedaba como a unas 20 cuadras. Para ese entonces, el sol había cedido paso a un amenazante cielo nublado. Una media hora la pareja de chilenos le preguntó a la guía si eso significaba que iba a llover, pero ella dijo “no, que va a ser”. Como en la cuadra Nº 5, comenzaron a caer algunas gotitas… que se volvieron gotones en la cuadra Nº 10. Con un miedo intenso (casi terror diría yo) a que se repitiera mi experiencia del jueves, apuré el paso para llegar al hotel. En una de mis alucinaciones durante el trayecto se me metió a la cabeza la canción “Movete” (movete chiquita chiquita movete…) seguramente por lo de Argentina y todo eso. Estaba tan concentrado en llegar al hotel que casi mando al diablo a las personas que suelen pasarme papelitos triple X. Finalmente la hice, pero empapado y jurando llevar mi paraguas hasta para ir al baño.
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