En todo el tiempo que llevo aquí, mi herramienta básica para movilizarme ha sido el metro. Primero, porque mi casa queda a tres cuadras de la estación más cercana; segundo, porque los sitios a los que suelo ir son fácilmente accesibles por metro... bueno, tampoco me he atrevido a aventurarme más allá de las líneas del metro, pero esa es otra historia. El caso es que en estos meses, solo he viajado en micro 7 veces, de las cuales solo 2 he viajado solo... me parecía sumamente confuso este sistema de micros de un solo color (amarillo) y con recorridos identificables únicamente con números... tenía miedo de terminar en un lugar desolado y terminar siendo asaltado por personas de mal vivir (si, esos existen en todas partes).
Desde Julio, he visto por los medios una campaña para la implementación del nuevo sistema de transporte masivo llamado Transantiago. La idea detrás de esto consiste en dividir Santiago en 10 zonas donde circulan buses alimentadores que, a su vez, sirven para movilizar a la gente a rutas troncales, que conectan todas las zonas entre sí. En teoría, el reemplazar a las micros amarillas por un sistema más eficiente acortaría los tiempos de transporte y reduciría la contaminación, entre otras maravillas.
Para los que no viven aquí, es como si en Lima de pronto desaparecieran todas las combis y los vistosos colores que las identifican por una división en zonas (norte, este, oeste, sur y centro), con buses articulados (como los Enatru) que conectan dichas zonas.
Puesto todo en el papel, suena de maravilla... a mi también me gustaría que se ordenara el transporte público... de hecho se me hace más familiar manejar un mapa con recorridos preestablecidos (será acaso producto de mis viajes al extranjero... jejeje)... el caso es que cuando reemplazas X micros que satisfacían la demanda por Y micros, con Y bastante menor a X, va a existir una demanda insatisfecha, que se traduce en aglomeraciones, colas y demás. Justamente eso es lo que ha ocurrido aqui por estos días. Las imágenes en la TV mostraban a gente aglomerada en los paraderos por horas y los buses que pasaban repletos... sin olvidar a la gente que estaba más que enojada. Obviamente, si a alguien le cambias la forma de transportarse de un día para otro es lógico que existan reclamos, más aun cuando la nueva forma no es del todo eficiente.
Así que en un afán investigador, y aprovechando que por el caos los pasajes son gratis hasta el viernes, decidí darme una vuelta en el nuevo sistema. Saliendo de la oficina, me subí en Providencia y llegué hasta Vitacura, más allá de la Clínica Alemana. La ida, perfecta... incluso hasta viajé sentado. El problema estuvo en el regreso: a esa hora (como las 5) la gente estaba comenzando a salir de su trabajo, con lo cual empezaron a haber aglomeraciones en los paraderos. Pasaron dos buses llenos de gente que no pararon. El tercero paró y la gente comenzó a correr para subirse. Felizmente pude encontrar un lugar en el bus. La verdad que no estaba más lleno que otros recorridos en hora punta que había hecho, así que no noté la diferencia. Lo que me pareció rescatable es que estas situaciones que algunos santiaguinos pueden considerar como límite ha hecho surgir entre ellos cierto espíritu de solidaridad: la gente contaba sus experiencias para moverse del barrio A al B, e incluso intercambiaban tips para hacer su trayecto más rápido.
Yo seguiré viajando en metro, total... por ahora mis necesidades de movilización no implican tomar troncales, alimentadores y demás parafernalia. Pero muchos otros sí, así que espero que las cosas mejoren en los días que vienen, sino será un caos cuando el otro 30% de los santiaguinos regresen de vacaciones....
martes, 13 de febrero de 2007
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