martes, 12 de junio de 2007
Desventura Culinaria
Me disponía a preparar algo para cenar luego de un arduo día de estudio y trabajo (ver mi ajetreada vida en posts anteriores). Tiré un pedazo de carne a la sartén de teflón y me fui a ver TV mientras esperaba que se cocine... luego de un momento fui a la cocina para voltear la carne y hacer que se cocine el otro lado. Iluso yo, no me percaté que había dejado la cuchara (que era de plástico) pegada a la sartén (que era de metal). Cualquier persona racional sabe que el calor puede derretir el plástico, y como el metal es un buen conductor del calor... en fin... el caso es que reparé en ello cuando comencé a oler a plástico quemado y ver la cuchara derretida y en parte fusionada con el metal de la sartén. De más está decir que la carne estaba incomible y tuve que botarla, igual que la cuchara. El tema es que, como era de noche y con el frío que ahora hay, abrir las ventanas para que se fuera el humo era casi impensable. Ni el neutralizador de olores que le apliqué funcionó. Finalmente me acostumbré al tóxico aroma y tuve que hacerme un huevo frito: eso sí, vigilando la sartén para evitar que se vuelva a repetir ese hecho tan patético.
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