Luego del terremoto, la comunidad peruana residente en Chile se organizó para reunir recursos y enviarlos a los residentes de la zona afectada. El domingo hicieron un evento en la calle Catedral, adyacente a la Plaza de Armas, también conocida como Pequeña Lima. Muchos de los peruanos residentes aquí se encuentran de ilegales y no pueden regresar al Perú a ver a sus familias sin ser sancionados y probablemente no poder regresar más a Chile. Para poder evitar esta situación, vi que estaban pidiendo que el gobierno de este país les exonerara de las sanciones. Esas cosas quedaron en mi cabeza el resto de la tarde.
Al día siguiente, inicié mi rutina diaria revisando los diarios por Internet. A los habituales El Comercio y La República, se sumaron el New York Times y ahora, El Mercurio. Es en el NYT donde encontré un artículo sumamente interesante, que habla sobre la nueva realidad de los inmigrantes. Dado que es un tema que siempre me ha interesado (yo también pertenezco a ese grupo) y que estaba con la imagen de gente pidiendo facilidades para regresar al Perú, me sumergí en la lectura del artículo.
En general, habla de la existencia de dos tipos de inmigrantes y el grado en el que este grupo ha cambiado su composición: los trabajadores no calificados que salen de su país han ido disminuyendo su importancia relativa respecto de los que si tienen calificaciones. Mientras que para el primer grupo los gobiernos han restringido notablemente el flujo de personas e incluso hacen redadas para deportarlos (como en EEUU), los otros tienen las puertas abiertas: incentivos tributarios, trámites menos engorrosos, etc. Como ejemplo, mencionan a países como Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Dinamarca, Suecia, República Checa y los Emiratos Arabes. Es decir, solo la gente con educación puede moverse libremente en el mundo de hoy e incluso son cortejados por los países que los recibirán, mientras que los que no tuvieron la posibilidad de acceder a una educación superior tienen que solicitar beneficios del gobierno que les da cabida, muchas veces sin suerte.
Sin embargo, al describir la vida de dos profesionales estadounidenses que viven en este último país, muestra que no todo es tan sencillo: en uno de los casos, un economista con un doctorado es profesor universitario y se encuentra en una excelente situación económica (vivienda gratis, tiene un BMW y un Mercedes, vacaciones a Tailandia y Europa), mientras que en otro, una profesora se encuentra un poco decepcionada con lo que encontró y extraña los bosques de Oregon.
De este artículo hay dos frases con las que me sentí bastante identificado, la primera habla de lo poderosa que es la cultura del lugar de donde uno proviene, y el proceso de darse cuenta que uno realmente pertenece a ese lugar, así lo haya criticado miles de veces antes.
La segunda no merece mayor explicación: “That’s the difference between me and the unskilled workers — I’ve got choices.”
El artículo completo lo pueden encontrar aqui (está en inglés).
Al día siguiente, inicié mi rutina diaria revisando los diarios por Internet. A los habituales El Comercio y La República, se sumaron el New York Times y ahora, El Mercurio. Es en el NYT donde encontré un artículo sumamente interesante, que habla sobre la nueva realidad de los inmigrantes. Dado que es un tema que siempre me ha interesado (yo también pertenezco a ese grupo) y que estaba con la imagen de gente pidiendo facilidades para regresar al Perú, me sumergí en la lectura del artículo.
En general, habla de la existencia de dos tipos de inmigrantes y el grado en el que este grupo ha cambiado su composición: los trabajadores no calificados que salen de su país han ido disminuyendo su importancia relativa respecto de los que si tienen calificaciones. Mientras que para el primer grupo los gobiernos han restringido notablemente el flujo de personas e incluso hacen redadas para deportarlos (como en EEUU), los otros tienen las puertas abiertas: incentivos tributarios, trámites menos engorrosos, etc. Como ejemplo, mencionan a países como Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Dinamarca, Suecia, República Checa y los Emiratos Arabes. Es decir, solo la gente con educación puede moverse libremente en el mundo de hoy e incluso son cortejados por los países que los recibirán, mientras que los que no tuvieron la posibilidad de acceder a una educación superior tienen que solicitar beneficios del gobierno que les da cabida, muchas veces sin suerte.
Sin embargo, al describir la vida de dos profesionales estadounidenses que viven en este último país, muestra que no todo es tan sencillo: en uno de los casos, un economista con un doctorado es profesor universitario y se encuentra en una excelente situación económica (vivienda gratis, tiene un BMW y un Mercedes, vacaciones a Tailandia y Europa), mientras que en otro, una profesora se encuentra un poco decepcionada con lo que encontró y extraña los bosques de Oregon.
De este artículo hay dos frases con las que me sentí bastante identificado, la primera habla de lo poderosa que es la cultura del lugar de donde uno proviene, y el proceso de darse cuenta que uno realmente pertenece a ese lugar, así lo haya criticado miles de veces antes.
La segunda no merece mayor explicación: “That’s the difference between me and the unskilled workers — I’ve got choices.”
El artículo completo lo pueden encontrar aqui (está en inglés).